En el tejido de la descolonización tecnológica, nos adentramos en el terreno de los derechos de autor, patentes y leyes que, si bien buscan proteger las ideas, han generado un fenómeno conocido como “blackbox”. Este término describe la opacidad que rodea a las plataformas y tecnologías que utilizamos diariamente. Si bien pagamos por el hardware y software de nuestras computadoras, a menudo nos encontramos limitados en nuestra capacidad para acceder y comprender plenamente todo lo que está dentro.
La noción de “blackbox” destaca cómo las grandes empresas tecnológicas han consolidado un control significativo sobre nuestras ideas y creaciones. Las restricciones impuestas por derechos de autor y patentes a menudo limitan nuestra capacidad para intervenir o modificar las plataformas según nuestras necesidades. La pregunta persiste: si pagué por mi computadora, ¿por qué no tengo acceso completo y control sobre lo que está dentro?
Este fenómeno se magnifica cuando exploramos el terreno de las inteligencias artificiales. El uso de técnicas e imágenes humanas en la creación de IA ha generado debates intensos sobre la ética y los límites de la reproducción de ideas. ¿Hasta qué punto las grandes empresas pueden utilizar nuestras creaciones para alimentar sus algoritmos sin el consentimiento y la comprensión plena de los usuarios?
El control que estas empresas ejercen sobre nuestras ideas no solo afecta la transparencia, sino que también impacta la diversidad y la innovación. Las barreras impuestas por las leyes de derechos de autor y patentes pueden limitar la capacidad de pequeños innovadores para acceder y construir sobre las creaciones existentes, perpetuando así la centralización del poder en el mundo tecnológico.
En este contexto, la descolonización tecnológica implica repensar y redefinir las leyes que regulan nuestras creaciones digitales. Buscar un equilibrio entre la protección de las ideas y la promoción de la transparencia y la accesibilidad es esencial para construir un entorno tecnológico más justo y equitativo. La reflexión sobre cómo estas leyes afectan nuestras interacciones diarias con la tecnología nos invita a cuestionar y contribuir a la construcción de un espacio digital más abierto y colaborativo.