La recopilación masiva de datos es el proceso de reunir, almacenar y analizar grandes cantidades de datos procedentes de diversas fuentes. Es una tendencia creciente en el mundo actual, ya que las empresas, los gobiernos y otras organizaciones dependen cada vez más de la toma de decisiones basada en datos. Esto ha generado una serie de preocupaciones sobre las implicaciones de la recopilación masiva de datos, especialmente en lo que respecta a la privacidad y el control.
Nick Couldry, autor de The Costs of Connection (Los costes de la conexión), ha argumentado que la recopilación masiva de datos plantea serias preocupaciones sobre el colonialismo de los datos. Afirma que los datos se están convirtiendo en una nueva forma de capital y que quienes tienen acceso a ellos tienen el poder de influir en la vida de quienes no lo tienen. De este modo, según Couldry, los datos se están convirtiendo en una forma de control sobre quienes no tienen acceso a ellos, dando lugar a una nueva forma de colonialismo.
John Cheney-Lippold, autor de We Are Data, ha argumentado que la recopilación masiva de datos conduce a una falta de control sobre nuestros propios datos. Sostiene que nuestros datos se recopilan a menudo sin nuestro conocimiento o consentimiento, y que pueden utilizarse de formas que desconocemos o no comprendemos. Sostiene que esta falta de control conduce a una falta de autonomía y privacidad, que puede tener graves implicaciones para nuestra sociedad. En última instancia, afirma Cheney-Lippold, tenemos que tomar el control de nuestros datos y protegerlos de la explotación.
La recogida masiva de datos es una parte cada vez más importante de nuestro mundo, y plantea una serie de cuestiones éticas y jurídicas que deben abordarse. Tenemos que asegurarnos de que nuestros datos no se utilizan con fines de explotación y de que tenemos control sobre cómo se utilizan. De lo contrario, corremos el riesgo de convertirnos en colonias de datos, que se utilizan para controlarnos y manipularnos, en lugar de para darnos poder.